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A 20 años de la clonación de la oveja Dolly

El 22 de febrero de 1997 el equipo científico de Ian Wilmut y Keith Campbell anunciaba un suceso sorprendente: había logrado clonar al primer mamífero de la historia de la humanidad. Una copia idéntica conseguida a partir de células adultas de otro ejemplar de la misma especie, la Finn Dorset. El mundo conocería a la naciente oveja con el nombre de Dolly. Este hito sin precedentes adelantó años la investigación médica. Y como ocurre con los hechos importantes de la humanidad, también estuvo rodeado de polémica, asombros y curiosidades.

Pasaron 277 intentos para conseguir 29 embriones de los que sólo uno prosperó. Uno que luego generó una revolución científica y social. A 20 años de la presentación, el hecho marcó un antes y un después. Abrió la esperanza de haber hallado la clave para la creación de células y órganos compatibles con el sistema inmunitario de cada paciente necesitado de «piezas» de repuesto.

El caso de Dolly, nacida el 5 de julio de 1996, cautivó la atención en cualquier rincón del planeta. Solo una semana después del anuncio, el Instituto Roslin -donde residió el animal- recibió 3.000 llamadas telefónicas de todo el mundo. Protagonista de miles de notas de prensa y objeto de referencia para futuras investigaciones, también despertó críticas. Todo el proceso transcurrió ante el escepticismo de una buena parte de la comunidad científica. El acontecimiento abrió múltiples interrogantes sobre la salud de los clones.

Quienes siguieron la evolución de Dolly aseguraron que no existió relación entre las patologías que padeció la oveja con su origen. Como argumento, hacen referencia a los varios corderos que tuvo a lo largo de su existencia, todos sanos. Sin embargo, durante su vida el animal desarrolló artritis, inflamación y rigidez de las articulaciones. Estas enfermedades estimularon las teorías y estudios que determinaron que los clones tienen un envejecimiento prematuro.

«En la clonación de animales surgen complicaciones propias: por ejemplo, solo el 4% de los clones se desarrolla en fetos vivos, y existe un alto porcentaje de muertes fetales, perinatales y neonatales. Muchos clones mueren a las 24 horas de su nacimiento por alteraciones pulmonares, cardiovasculares o aumento del peso. También pueden desarrollar anomalías en el sistema inmune, en el cerebro, en el aparato gastrointestinal o infecciones en el cordón umbilical. Y, si logran sobrevivir a estas complicaciones, permanece el riesgo de un envejecimiento prematuro como ocurrió con Dolly»

Fuente: infobae