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Aunque no es del todo mentira que lo mejor para adelgazar es moverse y comer más saludable, vamos a ver algunos consejos que puedes seguir, y que seguramente no hayas oído antes.

Haz entrenamientos más cortos

Pero, ¿si me muevo menos, quemaré menos no? Teóricamente sí, ¿verdad? Aquí el truco está en acortar los entrenamientos pero centrarnos bien en la intensidad. Estos entrenamientos son igual de efectivos que los de larga duración, pero además te harán quemar más calorías a lo largo del día. El único punto importante es que en los ejercicios de máxima intensidad de un Tabata o HIIT, por ejemplo, tienes que exprimirte al 100%. No reserves fuerzas para después, tienes que darlo todo.

Come alimentos que combatan la grasa

Ya que cada caloría cuenta, asegúrate de tomar comida que combata la grasa, como las almendras, la avena, el boniato, o el aguacate. Estos alimentos movilizan la grasa (abdominal sobre todo) gracias a sus ácidos grasos monoinsaturados, que pese a ser grasas, son de las buenas.

Entrena por la mañana

Encontrar un hueco para entrenar a cualquier hora del día es importante, pero si quieres pegar un empujón a la quema de calorías, prueba a entrenar por la mañana. La razón es simple, por la mañana tenemos más energía (estoy obviando que has dormido las horas necesarias, claro), y puedes dar lo mejor de ti en cada ejercicio.

Acelera tu metabolismo

Parece que no he dicho nada descabellado, ¿no? Si aumentas tu metabolismo, estarás quemando más calorías sin hacer nada. Para ello no dejes de lado el trabajo de fuerza ya que una buena musculatura hace que quemes más calorías al final del día, o toma un buen desayuno. Con esto lograrás un plus de casi 300 calorías extra al final del día.

Picante por doquier

Añadir un poco de picante a tus comidas también te hará quemar más calorías. El responsable de ello es un componente llamado Capsaicina, que podemos encontrar en los chiles y guindillas, y que hace que nuestro metabolismo se acelere.

Únete a una comunidad fitness

Ya sea un grupo de gente que se registran en el gimnasio, o uno virtual a través de las redes sociales, lo cierto es que pertenecer a uno de estos colectivos es una gran opción para recibir motivación en los momentos de bajón. Hay webs que, además de permitir descargar entrenamientos, te deja escribir comentarios para poder compartir tus experiencias con el resto de usuarios.

Fuente: Correr y Fitness

La obesidad es hoy en día un problema que afecta no sólo a los humanos sino también a nuestras mascotas.

En algunos países ya pasó a ser la primera causa de problemas de salud en animales domésticos.

De hecho, en Reino Unido, más de la mitad de los perros tienen sobrepeso y los gatos y conejos también se están poniendo demasiado gordos.

Los perros estadounidenses no se quedan atrás: el 54% tiene sobrepeso, según la Asociación para la Prevención de la Obesidad en Mascotas (APOP, por sus siglas en inglés).

Para investigar  cuál es la mejor manera de combatir la obesidad en las mascotas, el programa de la BBC “Trust me, Im a vet” (Confía en mí, soy veterinario) realizó un estudio. Les contamos cómo les fue.

Causas y consecuencias

Las causas de la obesidad en mascotas son varias: insuficiente ejercicio, demasiado alimento extra -como las sobras de la mesa y otras exquisiteces que les damos- y la falta de conocimiento sobre el peso ideal de un animal.

Las consecuencias de la obesidad van mucho más allá de una cuestión estética.

Son varias las enfermedades que pueden desarrollarse como consecuencia de este sobrepeso.

Las más comunes son diabetes, presión arterial alta, problemas para respirar, artritis, mal funcionamiento del hígado, pelaje de baja calidad y dificultades con las digestión.

Todas ellas también reducen la expectativa de vida de los animales.

“La obesidad es una enfermedad que mata a millones de mascotas de manera prematura, genera enorme dolor y sufrimiento y le cuesta decenas de millones de dólares a los dueños de mascotas en gastos médicos evitables”, advierte el fundador de la APOP, el veterinario Ernie Ward.

¿Menos comida o más ejercicio?

Si bien los humanos contamos con muchísima investigación sobre las mejores formas para perder peso, no existe tal información para animales.

Por eso, Trust me, Im a vet” (Confía en mí, soy veterinario) realizó un estudio con 13 voluntarios y sus perros para averiguar la forma más efectiva de ayudarlos a reducir esos kilos perrunos demás.

El trabajo se realizó en la Clínica de Control de Peso de la Universidad de Liverpool, bajo la guía del profesor Alex German.

Los investigadores se plantearon averiguar qué tiene un mayor impacto en el peso de los perros: cuánto comen o cuánto ejercicio hacen.

Para ello, primero analizaron a cada uno de los animales, tomando nota de su peso, su historia clínica y su temperamento (con la asistencia de los veterinarios de cada uno de los perros).

Luego, estimaron el Índice de Condición Corporal (BCS, en inglés), una medición de la grasa corporal que indica sobrepeso cuando el resultado es mayor a seis.

Los perros tenían en promedio un BCS de 7,76.

Por último dividieron a los voluntarios en dos grupos de forma aleatoria.

Menos comida

Al Grupo 1 se le asignó una dieta diseñada específicamente para cada perro.

Se les pidió a los dueños de las mascotas que les dieran una cantidad preestablecida de comida de perro cada día y que no les dieran ningún otro alimento.

Además se les ordenó mantener la rutina de ejercicios habitual de cada animal.

Una semana antes de comenzar el experimento a los canes se le colocó un collar que medía su actividad y que se les volvió a colocar al final del estudio.

Al Grupo 2 se le asignó un plan de ejercicios personalizado, que aumentó en al menos un tercio su actividad habitual.

Así, por ejemplo, si un perro solía caminar 40 minutos, se le pidió al dueño que lo pasee por 1 hora.

O si el animal jugueteaba tres veces al día, se agregaba una sesión más.

También se le dio a los canes un juguete para ejercitarse.

Al igual que al otro grupo, se le colocó un collar a los animales que midió su actividad una semana antes de comenzar el experimento y hacia el final del mismo.

La prueba duró ocho semanas.

También se le pidió a los participantes humanos de ambos grupos que anotaran en un diario todos los detalles de la vida de sus perros durante ese período.

Resultados

Al pesar a los perros al final del estudio se estableció que el Grupo 1, que había comido menos, tuvo una pérdida de peso de 10% en promedio.

En el Grupo 2, que ejercitó más, la pérdida fue mucho menor: 2% en promedio.

Además, todas las mascotas que participaron en el Grupo 1 registraron una caída de 1 o 2 puntos en su BCS.

En cambio en el Grupo 2 solo un perro bajó un nivel en la escala BCS.

Es decir, el trabajo mostró concluyentemente que una reducción de calorías en la dieta de los perros es la manera más efectiva para que pierdan los kilos de más.

Pero también hubo otro resultado más sorprendente: el estudio reveló que los perros que estuvieron a dieta se movieron más de lo habitual, a pesar de que sus dueños no modificaron su rutina de ejercicios.

Esto sugiere que haber perdido peso hizo que los perros se sintieran naturalmente más propensos a estar activos.

Así que ahora ya lo sabes: si tu mascota está obesa y lleva una vida sedentaria, ayúdala a mejorar su dieta y mejorarás su calidad de vida.

Fuente: BBC

Obeso no estás. Tan solo querías perder entre dos o cuatro kilos para sentirte mejor con tu cuerpo y, de paso, poder cerrar el botón de tus pantalones. El caso es que lo has hecho todo: algo de ejercicio, agua, alimentación sana, cero grasas… Pero nada. Tres meses después de tu sacrificada vida saludable pesas lo mismo o más. ¿A ver si vas a estar haciendo algo mal? Toma nota: estas son las razones por las que tu operación bikini vuelve a fracasar un año más, y cómo debes organizarla hacer para que funcione de una vez por todas.

1. Demasiado azúcar. Sí, amigos. Una gran parte de los alimentos envasados aparentemente saludables -salteados, alimentos dietéticos, salsas light, etc.- cuentan con un montón de azúcares añadidos y edulcorantes artificiales. El problema es que estos azúcares añadidos hacen que tu cuerpo anhele más azúcar, por lo que terminas comiendo más cantidad para satisfacerle. Y tu pensando que estabas comiendo sanísimo.

ASÍ SÍ: Mira bien las etiquetas y si encuentras que los azúcares añadidos o edulcorantes artificiales están entre los tres primeros ingredientes o contiene más de 10 gramos por porción, tacha este producto de tu lista de la compra, y hazlo para siempre.

2. Demasiada sal. En el otro extremo, nos encontramos con otro de los culpables de que no te quites ni medio gramo. Según un reciente estudio publicado en The Journal of Nutrition, consumir demasiado sodio hace que nuestro cuerpo confunda la sensación de estar o no saciado, y terminamos por comer más. Además, el exceso de sal deriva en retención de líquidos, lo cual no hace demasiado favor a tu objetivo de volver a poder cerrarte la ropa.

ASÍ SÍ: De media ingerimos cerca de 3.400 miligramos de sodio al día. Mal. La cantidad recomendada no debe superar los 2.300 y esos miligramos de más que te llevas para el cuerpo te puedes imaginar de dónde provienen: alimentos precocinados, latas y demás variedades insalubres.

La soja, el ajo y algunas especias pueden ser estupendas alternativas para sazonar tu comida, siempre que procures que esta no salga de un envase. Cuando escuches en la tele aquello de “póngale sabor a la vida”, recuerda no pasarte en las cantidades establecidas.

Salero lleno de sal | Pixabay

3. No duermes lo suficiente. Diversas investigaciones han demostrado que las personas que duermen menos de siete horas y media consumen unas 385 calorías más al día que las que se molestan en respetar las rutinas de sueño y descanso. De hecho, has escuchado más de una vez que podemos adelgazar durmiendo, y es cierto.

ASÍ SÍ: Dormir entre siete y nueve horas ayuda a que nuestro cuerpo y mente descansen y nos despertemos con energía suficiente (y no con un hambre atroz) para no desmoronarnos ante la idea de seguir de dieta.

Además, mantendrás tu metabolismo en perfectas condiciones para quemar las grasas que se te crucen en el camino y habrás dejado margen para el proceso de regeneración celular que te ayuda a lucir ese rostro joven y radiante y mantiene tu piel alejada de la temida celulitis.

4. No bebes agua antes de comer. Que sí, que te calzas tus dos litros de agua al día como bien dictamina cualquier dieta; pero, ¿lo haces en el momento oportuno? No vale con ponerte a beber como un loco cuando llega la noche a ver si eliminas las dichosas toxinas acumuladas, hay que hacerlo a lo largo de todo el día y, sobre todo, justo antes de comer.

ASÍ SÍ: Nuestro cerebro confunde muy a menudo la sensación de hambre con la de sed y si no le dejamos que lo descubra antes de meternos una abundante ración, terminamos por comer de más cuando lo único que necesitábamos era hidratarnos.

Bebernos al menos dos vasos de agua media hora antes de engullir, ayudará a reducir la cantidad de comida en nuestras raciones porque -¡magia!- nuestro organismo ya se sentirá saciado.

5. No comes lo suficiente. En serio, interiorízalo de una vez por todas: dejar de comer no es la solución para perder peso. Al no ingerir lo suficiente ralentizas tu metabolismo haciendo que la quema de grasas se paralice casi por completo por falta de nutrientes. Es más, haciendo esto puede que tu cuerpo incluso empiece a quemar músculo para conseguir la energía que necesite, y acabarás hecho un blandiblú.

ASÍ SÍ: En lugar de comer pocas veces y cantidades absurdas, procura que tu dieta se divida en cinco tomas y que esté llena de frutas y verduras. Resta alimentos ultracalóricos y grasas sitúa una alimentación en torno a las 1.200-1.800 calorías diarias.

6. Estás cenando mal. Las personas que consumen más proteínas son capaces de perder más grasa corporal que las que apenas incluyen raciones en su alimentación. Así lo aseguró una investigación publicada en el Journal of American Nutrition, pero también advertía otra cosa: la cantidad de proteínas que se consumen en cada comida y el momento de las mismas es fundamental para que nuestros músculos las sinteticen. Y ya te anticipamos que dejarlas para el último momento del día no es buena idea.

ASÍ SÍ: Partiendo de la base de que cada una de tus comidas deben incluir entre 25 y 30 gramos de proteínas, ¿por qué te calzas la tortilla de tres huevos para comer o cenar y no procuras que las cantidades sean similares en cada toma? Divide y vencerás.

7. ¿Dieta 0% grasas? Mala idea. Deja de comer grasas no es ni por asomo la panacea para perder peso. Que te quites las saturadas es lo suyo, pero las saludables te ayudarán a saciar tu apetito y mantener activo tu metabolismo. ¿Por qué? Una dieta sin grasas hace que cualquier carbohidrato que ingieras se metabolice rápidamente lo que baja los niveles de azúcar en sangre y aumenta los de tu voraz apetito.

ASÍ SÍ: Calcula que entre el 20 y el 35% de las calorías que comes al día sean en formato grasa. Insistimos: saludables. Las conoces de sobra, se llaman salmón, frutos secos, sardinas, aguacate, aceite de oliva… No te hagas el loco que nadie ha hablado de ‘hamburguesas’.

 

Fuente: Infobae

No nos hemos dado cuenta de que tenemos un perfecto gimnasio en nuestra casa, y que podemos hacer de nuestros metros cuadrados (si tienes jardín ya siéntete un privilegiado) un espacio perfecto para bajar esos kilos de más.

1.- El entorno: crear un espacio que sea adecuado a la práctica deportiva es fundamental. En este sentido, nos referimos a dos vertientes: los muebles y la nevera/despensa.

En el caso de los muebles, resulta obvio que, si no tienes un poco de espacio diáfano no vas a poder hacer los ejercicios. Intenta que al menos una habitación esté disponible para que puedas saltar, tirarte al suelo, hacer abdominales o, simplemente, estar de pie pero sin nada que te moleste.

En el caso de la nevera y la despensa, es un punto fundamental que tu mentalización para perder barriga comience antes de ir al supermercado.

Nuestra recomendación es que te hagas una lista de la compra con productos sanos, alejados de los hidratos de carbono como panes, azúcares, dulces, bollos, etc.

Prueba con los productos light, pero no te dejes engañar por los envoltorios y revisa bien las etiquetas para que no te pase que el producto light tiene más hidratos que el que no lo es.

2.- Los materiales: para entrenar en casa puedes optar por la opción complicada, lleno de materiales que, al final, tampoco te van a servir de mucho, o por la opción sencilla, que es la que te recomendamos.

Si eres de las personas que no tienes mucho espacio pero sí te cabe, por ejemplo, una bici de spinning (ahora las hay bastante pequeñas), hazte con una. Luego veremos por qué es casi indispensable.

Por otro lado, el resto de materiales que vas a necesitar serán una esterilla de espuma (se puede enrollar para ocupar poco espacio y cuesta poco dinero), unas mancuernas (si estás empezando te valen con unas de tres kilos cada una) y unas gomas elásticas (si puedes, compra una de cada tensión: baja, media o alta). Y ya está.

3.- Los ejercicios: aquí es realmente donde vas a poner todas las piezas del puzzle en su lugar adecuado. Por un lado, estarás comiendo más saludable y sin hidratos de carbono complejos, estarás bebiendo más agua, y, además, tendrás los materiales preparados para entrenar.

Si lo que quieres es bajar de peso únicamente no es tan complicado: basta con esa dieta saludable y darle duro a la bici de spinning. Con el ejercicio cardiovascular vas a quemar hasta 600 calorías por sesión y, lo recomendado, es hacer al menos tres entrenamientos a la semana.

Sin embargo, es recomendable que, además de perder peso, tonifiques los músculos. Unos sencillos ejercicios que puedes hacer son:

Abdominales: los de toda la vida. Tumbado en el suelo con la esterilla de espuma, la espalda tocando el suelo, y levantar el tronco hasta tocar los pies con las manos.

Otra variante es, directamente, levantar las piernas para que cojan un ángulo de 90 grados y bajar hasta casi tocar el suelo.

Flexiones: al principio puedes empezar haciendo las flexiones con las rodillas apoyadas en el suelo para que te cueste menos y, poco a poco, ir cambiando hasta hacerlas en su manera clásica, con el cuerpo totalmente recto y haciendo flexiones de brazos.

Bíceps y tríceps: para tonificar los brazos no tienes ni que estar de pie. Basta con que te sientes en una silla, cojas una mancuerna con cada mano y desde abajo comiences a flexionar el brazo hacia a ti para que el músculo se contraiga y se estire.

Si quieres trabajar los tríceps, sigue sentado, coge las mancuernas, llévatelas detrás del cuello y, desde ahí, estira y contrae los brazos. Notarás cómo te irá costando cada vez un poco más.

Fuente: Correr y Fitness